El pasado jueves 14 de noviembre, tuvimos la primera clase en IUNIT del Diploma en Comunicación Política y Dirección de Campañas Electorales que abordó las elecciones presidenciales de Estados Unidos, donde el republicano Donald Trump salió ganador con una contundente victoria frente a la demócrata Kamala Harris. Pudimos analizar el sistema electoral de Estados Unidos, los resultados y se abordaron puntos claves de la campaña de cada uno, el impacto en la sociedad americana y sus resultados finales.

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos siempre despiertan interés a nivel mundial, pero para los europeos, su sistema electoral resulta, a menudo, difícil de comprender. Desde el Colegio Electoral hasta el carácter indirecto del voto, el proceso presenta características únicas que contrastan con los sistemas proporcionales europeos.

sistema electoral de Estados Unidos     sistema electoral de Estados Unidos

Sistema electoral de Estados Unidos: un sistema muy peculiar

A diferencia de Europa, donde los sistemas suelen reflejar proporcionalidad en la representación, en EE. UU. rige un modelo de “el ganador se lo lleva todo” en la mayoría de los estados. Esto implica que un candidato puede ganar todo el peso electoral de un estado con una mínima ventaja en votos, dejando fuera la representación de quienes votaron por el contrincante. Además, el voto popular no decide directamente al presidente; los ciudadanos eligen delegados que, a su vez, votarán en el Colegio Electoral. Esta estructura ha generado situaciones en las que el resultado final no coincide con la voluntad popular.

Participación y desigualdades en el sistema electoral de Estados Unidos

Otro elemento llamativo es la baja participación electoral. A pesar del tamaño de la población estadounidense, solo un porcentaje reducido de votantes decide el resultado. En estas elecciones, las estimaciones indican una caída en la participación respecto a años anteriores. Se calcula que movilizar al 30 % del electorado total puede ser suficiente para ganar, lo que plantea interrogantes sobre la representatividad del sistema.

Dinámicas demográficas y estratégicas

Estados Unidos es un mosaico demográfico complejo donde los cambios electorales no son casuales. Por ejemplo, en Texas, se esperaba que la creciente población hispana inclinara al estado hacia los demócratas, pero generaciones más jóvenes priorizan proteger su estatus económico y social. A esto se suma la diversidad cultural entre comunidades latinas: los latinos en Texas, mayoritariamente de origen mexicano, difieren en intereses y prioridades de los recién llegados de Centroamérica.

La polarización geográfica en el sistema electoral de Estados Unidos

La geografía también juega un papel crucial. Mientras las costas este y oeste, con estados como California y Nueva York, son bastiones demócratas, el interior del país sigue dominado por los republicanos. Sin embargo, los “estados pendulares”, como Florida y Pensilvania, son los que finalmente deciden las elecciones, dependiendo de pequeñas fluctuaciones en el electorado.

Continuidad en las políticas

Pese a los discursos polarizados, las políticas de diferentes administraciones suelen tener más continuidad de lo que se percibe. Por ejemplo, la política exterior y comercial de Joe Biden ha mantenido líneas similares a las de Donald Trump. La famosa Ley de Reducción de la Inflación de Biden refuerza la producción nacional con subsidios que siguen una visión proteccionista, alineada con el aislacionismo característico de Trump.

Conclusión

Las elecciones en Estados Unidos no solo reflejan la complejidad de su sistema político, sino también las profundas divisiones y peculiaridades culturales del país. Comprender este proceso requiere ir más allá de simplificaciones y reconocer que las dinámicas internas de EE. UU. están determinadas por factores históricos, sociales y geográficos que hacen de cada elección un evento único.

Con su sistema electoral, EE. UU. muestra una democracia robusta, aunque no exenta de críticas y desafíos. A medida que el mundo observa sus resultados, la reflexión sobre la representatividad y la participación cobra aún más relevancia, no solo en Norteamérica, sino en todos los sistemas democráticos.